El Archivo para la Memoria reconoce que la memoria de lo familiar y lo personal se pierde fácilmente por lo que las historias que encierran caen en el olvido. Por mucho tiempo se pensó que esos materiales no eran de interés histórico, salvo tal vez para la propia familia. Se consideraba entonces que la "historia relevante" y de alguna manera la memoria de la sociedad, se centraba en los "grandes acontecimientos" y en los sucesos políticos. Con el advenimiento de las nuevas tendencias democráticas, las sociedades buscan hoy una nueva identidad, una descripción de sí mismas en las que todos sus individuos tomen relevancia y ocupen un nuevo lugar.

En este contexto, la historia como disciplina que reelabora la memoria y apuntala las identidades se vuelve hacia la “pequeña memoria” de la familia, de la vida cotidiana y de la intimidad para desplegar historias particulares. Los individuos, por su parte, también toman distancia de los “grandes acontecimientos”, que los relacionan con la iglesia, la economía, o la política, y se vuelcan hacia sí mismos en la búsqueda de identidad y de pertenencia, haciendo uso también de vivencias, memorias y relatos familiares.